Todos empleamos este término habitualmente, pero ¿qué entendemos por autoestima? Pues la autoestima se puede definir como la manera como yo me siento con respecto a mí mismo, la forma como yo me veo, cómo pienso y hablo de mí. Es la forma como yo me percibo.
Y qué es tener una baja autoestima. La autoestima baja se da cuando la brecha que existe entre esa forma de percibirme y el ideal de persona que yo quiero ser se va agrandando, mientras más amplia sea esa brecha, más baja es mi autoestima.
Depende mucho del “valor propio”, es decir, del valor que le das a tu vida. Si piensas que no puedes conseguir cosas…, que eres pequeño…, que no sirves para realizar ciertas tareas… quiere decir que tu valor propio es bajo.
La autoestima se va adquiriendo desde la infancia y es muy importante la fase de la adolescencia, cuando el individuo está desarrollando la visión básica de sí mismo. Como padres y educadores, hemos de tener muy en cuenta esto, pues los niños y adolescentes van interiorizando informaciones y vivencias que pueden no ser lo más apropiado para su desarrollo personal en este sentido.
Cuando uno tiene baja autoestima no confía en sí mismo, no se siente apto, no se siente suficiente para hacer nada bien y eso lleva a uno a una vida de conformismo, de no merecimiento.
La persona con baja autoestima está siempre en modo autocrítica, juzgándose de una manera dura. Y lo que es peor, no se quiere. ¿Te imaginas un amigo que siempre estuviera a tu lado hablándote de esta manera? Ya lo habrías echado de tu lado, ¿verdad?
Lo que hace la persona es victimizarse. Y esta victimización puede ser útil de manera temporal, cuando buscas fuera culpables de lo que te está pasando, es como un bálsamo que te quita ese malestar, pero que, a largo plazo, lo que hace es hundirte más en el dolor, en la ansiedad, incluso en la depresión.
Como vemos, la baja autoestima llega a afectar a nuestra salud y, sobre todo, es un obstáculo para poder lograr éxito en nuestra vida tanto personal como laboral.
6 consejos para elevar tu autoestima
Lo que te propongo para elevar tu autoestima es realizar pequeños cambios, desde ya, en la forma de relacionarte contigo mismo.
- Debes empezar a quererte, a valorarte, a reconocer tus puntos fuertes, debes empezar a empoderarte. Sé consciente de todas las cosas buenas que has conseguido, por muy pequeñas que sean. Cambia de lugar tu foco.
- Por supuesto, no te compares con los que crees que tienen más éxito que tú, no puedes vivir según la vida de otros, los objetivos de otros… Tú tienes tu propia identidad, tú eres único y puedes conseguir tus propias metas.
- Ten paciencia y ten muy en cuenta esto: no existen errores, sino resultados no esperados; resultados de los cuales uno siempre aprende.
- Acepta las cosas que pasan. “Aceptación” es una de mis palabras favoritas. Si no aceptas lo que eres, lo que tienes, lo que te rodea, entrarás y harás crecer el bucle.
Dice una frase de Carl Jung: “A lo que resistes, persiste. Lo que aceptas, te transforma”.
Recuérdala. Y ojo, una puntualización: aceptar no es resignarse, aceptar no conlleva el dolor de la
resignación. Pero de esto, ya hablaremos en otra ocasión.
- Olvídate de culpar a nada o nadie externos a ti, tú tienes tu responsabilidad (y no culpa) respecto de tus cosas. Sé benevolente contigo mismo, no te culpes nunca de nada. Las cosas ocurren porque tienen que ocurrir, pero también ocurren para algo (y siempre para algo mejor, aunque a veces nos cueste creerlo).
- Y prémiate, mímate, date caprichos. Reconoce que tú vales mucho más de lo que ahora estás pensando. Haz caso a la vocecita interior buena.