
La manera como tú piensas va transformando tu realidad, de forma que todo aquello que tú vives se corresponde con tus estados internos, con tus pensamientos. Si observas las cosas y circunstancias que te rodean, éstas te mostrarán cómo estás sintiendo y pensando internamente: ¿piensas más en problemas o en soluciones, en bloqueos o en oportunidades, en excusas o en posibilidades?
Una de las bases en las que nos apoyamos para vivir nuestra vida son las creencias. Son pensamientos generalizados que nos hemos ido formando desde pequeños (y nos seguimos formando) y que nos llevan a ser y actuar de una determinada manera sin que seamos conscientes de ellas. Lo malo es que muchas de ellas te limitan en tu día a día, pero existen otras que te potencian y a las cuales has de dar más salida.
Existen ya en ti las fortalezas y cualidades que necesitas para alcanzar estados de bienestar y abundancia a todos los niveles. Lo que necesitas es sólo estar dispuesto a creer en ti mismo y hacer lo necesario para transformar tu pensamiento y, como consecuencia, tus acciones.
En nuestro interior está esa lucha constante de fuerzas entre lo que queremos lograr y lo que logramos. La mayoría de las personas se quedan solamente en deseos y sólo un puñado de ellas son las que se ponen en acción para materializarlos. Tenemos, por un lado, las creencias potenciadoras (fuerzas impulsoras) que nos ayudan a alcanzar esos deseos, pero también tenemos creencias limitantes (fuerzas restrictivas) que nos paralizan, por otro.
Te invito a que cojas papel y boli y escribas cuál es tu deseo o deseos actualmente y que enumeres estos dos tipos de fuerzas con los que cuentas para alcanzarlos.
Reflexiona sobre tus cualidades y tus debilidades. Cuando tengas las dos listas, pregúntate qué puedes hacer ya para maximizar unas y minimizar otras, qué hábitos tienes que cambiar y cuáles adquirir.
Piensa en las pequeñas cosas que puedes ir realizando desde hoy que potencialicen esas cosas buenas que ya tienes, pon el foco en tus fortalezas y hazlas crecer. Y sigue paso a paso, pero, ya sabes, sin pausa.
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